Me tumbaré un día ya para no levantarme más y se quedarán los pájaros cantando. Luego, el olvido vendrá, como a todos los que conozco, a cubrirme con un manto triste. No se dónde irá el oro. Si esos que me llaman para preguntarme qué tal estoy morirán también. Y se quedarán los pájaros saltando de rama en rama. Y cada vez que me llamen esos ilusos parlantes les diré que estoy bien, que no se preocupen, que el oro sigue en pie. Les diré que nunca vinieron a verme, que mi casa no es su casa ni que el trigo es agua. Pero creo que vendrán. Se harán presentes con sus presentes antiguos y feos y yo no los querré. La gente así es mejor tenerla lejos porque es más cuando es menos.
Esos que miran los despojos de los muertos
olvídalos, olvídalos para siempre.
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