Es el miedo el que nos mantiene alertas y preocupados. Un poco de miedo conviene al ser humano. Así va aprendiendo que lo de hoy quizás no sea lo de mañana. Los oficinistas hablaban de bancos y de dinero. El dinero también da miedo, no tenerlo. Pasa el tiempo y ese paso del tiempo da miedo también, un miedo íntimo que expresamos tardía y tristemente (cómo pasa el tiempo, decimos y nos derrotamos). Comer todos los días es una alquimia feroz, diaria, fuertemente obligatoria. Demostramos nuestra riqueza comiendo todos los días. Luego, si no tienes un Mercedes da igual. Tendrás quizás un Seat. Yo me pido dar un paseo por la ciudad y olvidarme de que yo soy Ismael Moreno, deseo no saber que existo, deseo no vivir por un rato y volver al seno de mi madre.
Todo lo que se ve todos los días no sorprende a nadie,
sino que cansa, que rompe el corazón muy poco a poco.
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