Eran de color azul y verde y el oro de la mañana lo llevaban escondido. Mi casa estaba vedada y nadie la humilló. Solo un imbécil entró. Las llaves ya no son llaves. Mi casa va despacito. Esa cara blanca y fea en un cajón se metió. Van andando, van andando y sueñan con el dinero. El único sueño que tienen es llenar un cántaro bien de leche y el cántaro se romperá. Son mala gente que apesta los caminos, apesta la mañana. Huelen a cobre sucio. Huelen a jabón oscuro. Huelen a pena encerrada. Si los veo, no me gusta. Si no los veo, mejor. Andan rompiendo los días con su ir y venir de perras, perras que ladran mucho. El dios de la primavera vendrá pronto y mi pensamiento será otro; cantaré a la vida, no a los perros.
Mira cómo aparece este que nunca veía.
Por el sur ha llegado con la bolsa vacía.
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