Et tu Brutus, se interrogaba Julio César cuando le estaban apuñalando. Jesús, a Judas, lo que tengas que hacer, hazlo pronto. Jesús ya sabía quien lo traicionaría, Julio César se sorprendió. Hay mucho Judas suelto y muchos brutos que dan el remate final. La muerte, la hermana muerte, nos redime del dolor de la vida, pero es mejor pensar en estas dos últimas cosas. Roma se estaba preparando con el estoicismo para acoger el cristianismo, quizás también con el epicureísmo, y cuando la prostituta se pervirtió ya el espíritu y el alma desvencijaron la idolatría helénica que tantos dioses parió (no serían excesivamente supersticiosos los griegos de ciencia y de razón tan sofisticada?). Ay caminos de la Palestina, decorados con la sangre de guerreros desde el bronce hasta el acero.
Merece la pena vivir sin desatino
así seremos dueños de nuestro destino
si Dios dispone, nunca olvidar que sólo hay un Dios
ya las deidades y la idolatría parece que van sobrando.
Todo parece ser infinito en lo subatómico y en el cosmos.
Parece ser que la ciencia se queda pequeña ante la perfección de la creación.
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