Iba un hombre por la calle. Esta frase no tiene mucho contenido pues vemos muchos hombres por la calle todos los días. Pero este hombre era especial. Compraba todos los días la prensa rosa. Conocía a todos los famosos con nombre y apellidos. Mírale cómo se acerca al kiosco y compra toda la prensa rosa que hay en él. Le encanta saber que uno, pobre diablo, se ha casado con una cantante. Que otro se ha casado con otro y han adoptado un hijo del este europeo. Que una condesa enseña su maravillosa casa en fotografías de ensueño. Que la cantante envejecida ya da unos conciertos benéficos por toda América. Que el hijo díscolo de esa cantante envejecida se ha tatuado un lagarto en el pene. Todas son buenas noticias, alegres, felicísimas. Estas noticias aceleran el corazón del hombre que va por la calle. Le ponen a mil. Va a su casa, se prepara unas sopas de ajo y un filete, come y luego por la tarde vuelve a leer el Sanghri La de papel cuché que se ha agenciado.
Que sea Dios el que rija tu conducta
y así obedecerás al más grande de la Creación.
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