Fui joven, pero no lo sabía hasta que el ave huyó de mi mano. Recuerdos todos juntos como un tropel de visiones se lanzan en mi mente. Un recuerdo parecido a otro se agolpa en mi memoria para hacer trizas mi vida evocada. No soy yo esos recuerdos sino soy el que vive ahora, el que palpita como los placeres, el que vacila de sentir. No me digas, aurora, que mi pena quizás tenga remedio si la olvido. No me digas, atardecer, que el paso de las horas fabrican mi ser. Yo soy yo siempre, en el lugar y en el ahora y después, cuando encanezca mi sien. Risas verdes llena el sol cuando calienta la vida. Y pocas cosas hacen que se viva inocentemente, que se viva con la risa por delante, que no se sufra tanto. Da miedo pensar en que se nos agota la vida. Vivámosla pues y la venguemos. Es duradera la paz si vivimos con tranquilidad. Quizás Dios vendrá, esa esperanza tengamos en la punta de los labios.
Los recuerdos nos traen ese aroma agridulce de aromas pasados
para que sigamos oliendo ese perfume ahora, instante de la vida.
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