No queda en el cielo ni una brizna de nube. El montón de los pájaros ha huido ya hace mucho tiempo. El agua no aparece para darme una tregua. Estoy muy solo, solo con mi pan y mi carne, solo para andar hacia la nada. No encuentro motivo para reír. Menos para saludar al aire. Búscame en el silencio oscuro de la habitación sin vistas. Andaré hoy sin darme cuenta de que existo, andaré con las ganas de morirme entre los brazos. El mundo es duro, difícil. La vida se refugia entre los montes lejanos. Miro el sur y no percibo el aire fácil de la vida, miro el mar mortecino de mis ansias, miro el calor del sol entre la límpida sala del Olimpo. No queda nada aquí abajo. Solo mis piernas, solo las ganas de andar hacia la nada. Me visto y bajo las escaleras y ando, ando para sufrir la alameda.
Los últimos pasos dados no han servido para subir la moral.
Ojalá se despeje este tiempo de calladas tardes.