martes, 4 de julio de 2023

Lo peor de este verano no es su calor, pues están haciendo temperaturas muy llevaderas, sino su monotonía. Voy a empezar a ir a la biblioteca a ver qué libros leo y qué tal me lo paso allí. Ayer fuimos  a Madrid. Se ven tipos humanos muy curiosos en Madrid. Se ven tipos así como jipis, otros que van con muchos piercings o tatuajes llamativos. A otros, la vestimenta los retrata como mujeres y hombres de una determinada posición social alta. Fuimos a la glorieta de Quevedo. Por allí pasa mucha gente digamos indolente, no con prisas. Nos tomamos algo en una terraza y charlamos un poco Paco y yo. Yo le había dicho a Paco por la mañana que estaba un poco depre y a mi hermano se le ocurrió ir a Madrid. Me lo pasé bien. De la glorieta de Quevedo paseamos por Bravo Murillo pasando la plaza de San Bernardo bien adelante y nos sentamos en otra terraza. Allí, en esa terraza se activó una conversación muy edificante entre los dos sobre el destino y la edad madura. Estuvo muy bien. Luego, regresamos a la Glorieta de Quevedo, nos montamos en el 16 y regresamos a Moncloa.

Así el pelo se te revolvía al viento como una espesura viva,

como el indicio de la libertad de los otoños.



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