A Paco el pueblo no le hace ni pum, más bien le desagrada. Como a mí. A mi pueblo le pueden dar mucho por saco. Nosotros no pensamos ir a un sitio en que nadie nos saluda y encima, nos tienen envidia. Ya no encajamos bien en el pueblo. Tampoco encajamos mal. El caso es que no encajamos. Por ejemplo, ver a un tipo taxista estar berreando de la mañana a la tarde en el bar, ver a un primo absurdo que se cree alguien porque está contratado por el ayuntamiento, ver gente rara que no saluda, que es inculta, que hace dos años que no veo... etc. Mi pueblo va por clanes. Los martines, los polleros, las chirrinas; si no estás en uno de esos clanes, no eres nadie en el pueblo. Y como dice mi hermano: la guinda del pastel es la casa rural-discoteca al lado de mi casa que se tiran con música alta hasta las tantas. Pues que vaya al pueblo su puta madre.
De las mesas creció un murmullo
comentando qué hacían allí esos dos.
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