En los libros que voy leyendo se dan unos diálogos muy reveladores. Por ejemplo, se habla de los peluqueros. Las señoras van al peluquero y se desinhiben y cuentan todo. Dice el libro que leo que hasta tienen una asignatura de psicología los peluqueros. En el pueblo hay un peluquero que se sabe la vida de muchas mujeres porque les tira de la lengua o eso creo. A mí, ese peluquero me preguntó si daba clases de inglés. Yo le dije que sí, a 20 pavos la hora, hablando inglés desde el primer día. Pues llegó uno en el bar y me dijo: ¿Tú eres un profesional? Y yo le dije: sí. Un profesional del lenguaje. Ya se había corrido la noticia al siguiente cliente que entró en la peluquería y de ahí, a todo el pueblo. Yo cobraba mucho por una clase de inglés, aunque yo haría que el alumno hablara inglés desde el primer día.
Siempre hay algún necio
que confunde valor y precio.
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