Mi hermano Paco y yo hemos dejado amigos en la cuneta. Hemos olvidado a Fede, a Eva y a otros dos más. No tenemos amigos, pues. Vamos Paco y yo a todos lados juntos. Vamos a Colón a ver a los jubilados, yo voy a la asociación a ver a los amigos. Eso es lo que hay. No merece la pena tener unos amigos chismosos y de una cultura baja y de una moral inferior a la nuestra. Por las tardes nos acogemos en el parque a la sombra de los árboles en unos bancos, ponemos música en el móvil y luego nos paseamos por la Gran Vía sin ver a ninguno de estos amigos que hemos abandonado. Parece como si se les hubiese tragado la tierra. Mejor así, no verlos, como dice Paco, aunque a mí sí me gustaría verlos para mostrarles mi indiferencia hacia ellos.
El hombre es una música con ecos
que suena bien algunas veces.
No hay comentarios:
Publicar un comentario