Por tu dulce corazón
yo te he querido.
Por las ceras y mieles de tu corazón
cansado yo te he querido.
Ni una amarga queja salió de tus labios
mientras atendías nuestros cerebros torturados.
Tu has sido nuestra valedora, la que nos ha salvado.
A ti mi canto y mi triste poema,
A ti mi agradecimiento, a ti lo que yo soy
gracias a ti.
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