Mi madre quería a toda la familia por igual. No le importaba que fuéramos pecadores o falláramos en la vida. Nos quería como éramos. Mi madre me dio mucho amor. Mi madre ya está en el Cielo. Últimamente, a mí me daba muchos besos, cosa que no hizo nunca, se volvió muy cariñosa. Mi madre oía la misa desde el televisor y la sabía llevar, diciendo lo que había que decir; por ejemplo, eso de bendito el que viene en nombre del Señor. O aquello otro de no soy digno de que entres en mi casa, con una palabra tuya bastará para sanarme. Mi madre era la reina de los refranes y los dichos que solo he oído a ella; como por ejemplo, se arregló lo de capa rota y lo ahorcaron. O eso de, lo bien hecho bien parece y llevaban a su marido a la horca. O aquello de mucho te quiero ojo del culo pero no alcanzo a besarte. Yo he recordado cada dicho de mi madre para que me sirviera en mi conducta y mi madre era muy sabia, muy sabia, como mi padre lo es.
Desde el dintel, cerrado entre los muros
descansa mi alma como una sábana.
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