Vengo de la biblioteca. Allí repaso la prensa un poco en la sala de abajo y luego me subo arriba, donde están los libros. Escojo libros casi al azar. Los libros son antiguos (de los años 90, de la primera década del s. XXI, etc.). Los libros interesantes superan la prueba del tiempo. Da casi igual el libro que escoja, el caso es pasar el rato. Me leo las 10 primeras páginas y las 10 últimas páginas. A veces me entero bien de la historia, otras veces, no, según sea la unidad narrativa que encierre el libro. Hoy me he leído cuatro libros. Dos me han gustado y los voy a leer seguidos. Merecen la pena. Han superado los años que han pasado sobre ellos y siguen interesando y conmoviendo al lector, que soy yo en este caso. Cuando se tienen deseos que no se pueden cumplir, hay que matar el rato con ocupaciones que no son deseos. La vida pasa, los ruiseñores ya no cantan en lo alto de los cipreses y poco a poco el verano aturde con su luz grande y fuerte. Pero la tristeza se ha ido y esa es una gran noticia.
Cada estación es un poco de nido
donde reside mi voluntad quebrada.
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