Ayer fue la misa por una tía mía que murió el año pasado por estas fechas. Acudieron los indeseables. Y mis primos, a los que no veo en todo el año. Yo me senté con mi padre. La lectura del evangelio versaba sobre que Cristo dijo a sus apóstoles que Él había venido no a traer la paz sino la guerra: hijos contra padres, hermanos contra hermanos. Estaba muy bien traído. Yo ya doy un poco al olvido aquella vez en que mi hermana me hizo buscar un abogado, que me robaran en mi propia casa. Lo que quiero es no verlos, no verlos ni oírlos ni sentirlos a mi lado. Ojalá se los tragara la tierra de una vez por no verlos. Pero bueno, la cizaña vive donde el trigo y eso no tiene remedio. A ver si mi sobrino el mayor llama para verle un poco y charlar. Ese sobrino mío es de más categoría moral que los indeseables.
Como aves espectrales se abalanzan
en la vida de los demás.
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