sábado, 1 de julio de 2023

Los versos que yo hacía en la carrera y las novelas que intenté yo hacer en la carrera no decían nada porque no tenían ni principio ni fin. No había en el tiempo que yo hacía la carrera, esas escuelas de narración y de creación de literatura que tanto proliferan hoy en día. Éramos pocos los que queríamos escribir de esto y de aquello y crear historias. A mí no me salían las historias, me salían solo fragmentos que intentaban ser muy barrocos, muy estilistas. Al final, no me salía el esquema ese de inicio-desarrollo-conclusión que es la base de todas las historias y todas las conversaciones que merezcan la pena. También al conversar debemos tener en cuenta ese esquema pues si no, nos perdemos en nuestra propia verborrea. Conozco gente que se pone a hablar del gobierno y acaba hablando del precio de las judías verdes y así no hay manera de tener una conversación coherente. En estas líneas que escribo yo empiezo y agoto el tema, un único tema y lo acabo. Como debe ser.

El aroma a barnices, a madera encerada, a pintura...

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