Hay que dejar que el paso, como el agua, se desnude y fluya. No hay mejor despertar que al amanecer con el día, así parece que las horas te acompañan ligeras. El rubor del sol naciente explica el día, lo va poniendo ante ti para que lo juzgues. Me siento a escribir. Quizás yo no alcanzo lo que en sí mismo vive. Somos esas cuestiones de alumbrados que llenamos el mundo. Hay que hacer planes para el futuro pero no preocuparse por el futuro. Cuando escribimos de nuestro pasado y lo comparamos con nuestro presente quizás salgamos perdiendo. Un montón de perros apagados surge ante nosotros como muertos olvidados, como seres de otra vida, como luces que fueron de amabilidad y bien hacer. La gente que no tiene hogar debería preocuparnos. Hacemos hogar dando hogar a otros.
Las manos se acortan redondeadas por la luz
y piden una moneda. Dádsela, por Dios.
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