Teatrillo ilusorio: abuela, que quieres que te diga, tu ya no haces más que estorbar, lo mejor que puedes hacer es largarte de casa y dejarnos en paz, ya no sabes ni cocinar, el arroz del otro día daba asco.
Es que no se da cuenta de que ya es inútil, que es un estorbo para la marcha de la familia, usted no pinta ya nada
Pero hijos, qué queréis que haga yo, si ya estoy vieja, yo hago lo que puedo, voy donde me digáis, no hago daño a nadie...
Sí que hace daño, mientras exista, está haciendo daño, y además nos deja a esos infrahumanos a cargo
No os entiendo- que te pires de una vez, coge la puerta y lárgate- No digáis eso por el amor de Dios- ya empezaba a sollozar- Echó la cabeza abajo como esperando que la descabellaran. Oía todas las acusaciones que se le hacían sobre ella. De repente, como si un fuerte espíritu envolviera su alma, levantó la cabeza y gritó: Me voy, es lo que queréis, me voy. Voy a vestirme y no vuelvo más.
Esta mujer era de todo menos cobarde. Era valiente, más no temeraria. Se vistió lo más deprisa que pudo y se largó dando un portazo. Comenzó a reinar un silencio sepulcral en la casa, inactividad completa, caras de robot que se miran uno a otro. La viejecita va camino de los juzgados. Un coche se pone en paralelo a ella. Casi lo consigue.
No hay comentarios:
Publicar un comentario