Yo quiero vivir fuera del rebaño. Todos me miran mal. La música militar no me consiguió levantar. Los días pasan todos parecidos. No sucede nada que dejará huella en la memoria, como acostarse con una actriz hollywoodiense o robar un banco con su dosis de adrenalina. Se pasa la mañana como si cacareara una gallina o como si gruñera un cerdo. Me daré un paseo o seguiré escribiendo o freiré un par de filetes o limpiaré el fregadero o iré a Ávila con los amigos, qué más da. Yo soy de la gleba, yo soy de las gentes que pasan sin amor ni dolor siquiera. Son las 12:15. Estaría bien que todo estallara, que todo se levantara por los aires. Fiuuuuuu. Adiós sillas y mesas, adiós ordenador. Toda la pared derrumbada. En fin. Que Dios nos coja confesados en esta nueva etapa de gentes radicalizadas y nerviosas, por estos que suspiran por su trocito de poder.
Las calles muertas de amanecer te acompañan.
Hay un eco de delfines alborotados en tus oídos de borracho.
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