Estos seres queridos, que te acompañan igual que te desprecian. Estos pijos de cumpleaños que se hacen regalos. Estos que fueron a colegios de paga a aprender ropa de marca en vez de matemáticas. Estos hermanos que ya van para viejos y que no te saludan porque son rancios y recios de carácter. Estos desharrapados mentales y de alma que no han leído un libro en su vida. Estos que están pero no están cuando los necesitas. Estos son de los que me libraré el día de las alabanzas. Si es que hay alguno que diga cualquier tipo de alabanza. Y me iré de este mundo yo solo, libre, con mi espíritu metido en un bolsillo a ver a Dios, que eso dicen que se hace cuando te despojas de piel y huesos y carne y sangre que tuviste aquí en este perro mundo ajeno y ancho. Y qué descanso y qué falta ya de deseo y qué lugar común el menos común de los lugares. La vida se rompe como un teja que cae del tejado y nos abre la cabeza y amén.
Cuánto tiempo he perdido escuchando con los ojos a los muertos
para que ahora escuche los torpes términos de los vivos.
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