El sol ya está muy alto. Ayer oí música de flores: empieza con un solo de violín y luego se va llenando de acordes de piano con melodías muy suaves. Acodados resistiendo la marea de aromas del mar y otros elementos, nos encontrábamos allí para ver el cine de verano. Unos delfines vulnerados de tristeza van amándose en círculos ajenos a la vida. Las tumbas se abren una sola vez y quedan cerradas para siempre. Una vez se muere y un montón de días se vive con la cara al sol y a las nubes, con las miserias de un dios temido abrazándonos para contraer matrimonio con el agua. Venías a caballo y lanzabas tórridas miradas a las mozas que charlaban en la plaza. El hombre es un siglo y la hierba una primavera. La vida es un tablero de ajedrez, donde las piezas se mueven sin cesar. El gobierno del tirano no vale para nada más que obedecer al tirano. Los sueños de primavera se disuelven como un azucarillo en un café muy caliente.
Todos estos movimientos políticos evocan a Plutarco:
grandes nombres del poder que cayeron en desgracia.
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