Sus enormes muslos dieron claridad a mi vida, la llenaron de juventud, de brío espontáneo, de fuerza para pasar las horas ligeras del verano. Y ahí está, paseando un perrito por la ciudad, haciendo versos del azul del invierno que se niega a ser visto. Y ahí está, esta mujer de soledad y fruto extinto en su vientre. Ya no la veré más a mi sabor, solo algún día que será bonito gracias a ella, que no habla más que de dinero e intereses humanos. La luz nacía gracias a ella, nacía en un hueco atisbado en la penumbra, para quererla tal como la quería, para ser yo otra vez yo y así hasta el infinito. El riesgo ocupaba el mundo poco a poco y yo ocupaba tu cuerpo con el escalofrío del enamorado. Y ya está. Y ya está.
La inteligencia consiste en percibir las cosas en su germen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario