Hay un truco que vale para el odio, la envidia, la ira y la furia: piensa en otra cosa. Cuando se te vengan a la cabeza esas personas a las que odias, envidias o quieres matar, piensa en un partido de fútbol que jugaste de pequeño y metiste gol, piensa en aquella muñeca preferida y cómo la vestías para sacarla a la calle a presumir. Piensa en una rosa, piensa en un premio que te dieron en el colegio por una redacción, etc. Un pensamiento destruye otro pensamiento. Piensa en esa reflexión como cuando te sacas un moco de la nariz y le das vueltas con los dedos y te abstraes: ya no existe más que ese moco dando vueltas entre el índice y el anular. Así debe ser tu pensamiento elusivo: que te abstraiga, que cuando pienses en ese gol que metiste a tu equipo rival, ya todo pasa fácil, sin bucles enfermizos, sin rabia en la mente, sin razón para odiar o envidiar.
Tenía la cabeza de un Sócrates
pero el corazón de un ratón.
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