Había un hombre de mediana edad que se preocupaba mucho por su futuro. No un futuro lejano sino los próximos años, los próximos días que se repetían en su mente como una especie de tortura. Y fue al psicólogo. Expuso como pudo ante el profesional su sentimiento de temor a lo venidero. "Usted lo que tiene que hacer es pasarlo bien", le dijo el psicólogo. "Lo intento pero no puedo", dijo el enfermo del futuro. "El futuro no me deja disfrutar del presente." "El futuro no existe", dijo el analista. "No se preocupe por cosas que no existen". El hombre que vivía en el futuro se fue preparando para ese futuro, como un hormiga se prepara para hacer el hormiguero. Y el futuro llegó pero le pilló a este hombre por sorpresa. El futuro es que le tocó la lotería e hizo lo que dio la gana en ese porvenir al que tanto temía.
Conoceré auroras entremetidas con exaltaciones
Saldré de mí, veré mundos en mi interior lleno de habitaciones.
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