Este era uno que se pasó de listo. Quería montar un negocio en el que todo costaba a peseta. Pero no vendía nada. Peseta a peseta se haría rico sin ofrecer nada a cambio. Y le fue bien al principio porque el personal, ya sea por vacilar o por lo que sea, le compraba nada a peseta. Pero pasado un tiempo ya nadie compró nada. Y el tipo se mosqueó y montó un tinglado parecido al de la peseta. Vendía humo. Humo a peseta. Ya vendía algo. Empezó a hacer el humo y a llenar bolsas de ese humo de cigarrillos de los que se fumaban los empleados y él mismo. La gente hizo lo mismo: por hacer el gilipollas, compraban humo. Pero luego no compró nada. Y este señor se arruinó y se fue a Peñíscola a ponerse moreno.
Si está de acuerdo, pulse uno.
Si no, espere a que nadie le atienda.
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