En este mundo hay un gran interrogante que dejó muy claro aquel poeta en sus coplas: si después de pasar por este mundo de desdicha y traición habrá otro de más sosiego y felicidad. Aclaremos que los últimos serán los primeros. Yo tengo esas sensaciones. Que de aquí, no nos llevamos más que disgustos y un poco de amor, un poco de polvo enamorado. Y ya está. Aquí no hay nada que podamos vivir con amor. Y hasta los que dicen que viven felices en este valle, mienten. Es el consuelo de los que no son estándares en la vida. Y habrá quien no crea que después de muerto haya algo. Con su pan se lo coman. Y los corazones valientes morirán también y los que no creen en ninguna religión también morirán. Y los que han hecho el bien a los demás en este mundo se salvarán.
Bajo los cedros, en mayo, dulcemente
pensó en otro día en que la tenía cerca y amable.
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