Muchas veces no estamos a la altura de nuestros sueños. Pero somos únicos e irrepetibles. Como decía una canción de Calle 13: hay comunismo, hay capitalismo, pero no hay nadie como tú mi amor. Y hay que luchar por uno mismo en numerosas ocasiones. No nos queda otra que mirarnos por dentro y por fuera y decir: yo, ¿qué valgo? o ¿en qué me puedo emplear? o ¿qué me está pasando y cómo puedo salir del agujero? A veces, con un cambio de hábitos malos que hemos cogido a base de caer en ellos, se resuelve el tema nuestro, de nuestro ser más real. Hay que salir del tejemaneje de las malas costumbres adquiridas casi por pereza o gusto feo a ciertas sustancias que nos hacen mal. El otro día vi en el telediario a unas mujeres sin techo por culpa de las drogas y decía la terapeuta: aquí no se las juzga, solo se las ayuda. Dejemos de juzgar y ayudemos en nuestras posibilidades.
Se duermen los valles y montañas a su costumbre
y las nubes cubren los picos más altos de una espesa niebla.
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