Recuerda que eres mortal. Recuerda tu pasado a ver si hay algo merecedor del amor de Dios. Mira tu presente que fluye hondo y se convierte en pasado también del mismo modo que el agua pasa entre tus dedos. Es como una caverna en la que se cuela el agua y va horadando la piedra poco a poco. Al cabo de un día, solo de un día, el agua ha disuelto cien kilos de caliza pura y ha hecho huecos de fe y de esperanza, pero también de melancolía en la piedra dura. Y recuerda que te debes a los demás, que tu egoísmo no haga que tú solo por la vida gastes la paciencia del que te creó. Y que sepas que debes organizarte para que tu entorno esté seguro de no romper el equilibrio entre los demás y tú mismo. Entrega es la palabra mágica. Entrégate y serás útil. Entrégate y te verás tú mismo frente al tiempo.
En la costa del sur, sobre una roca,
pasaba yo mi frente soñando mar y arena dulcemente.
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