Voy a describir a esos 4 amigos que dejaré de ver al cabo del verano. Usaré un nombre ficticio. Uno de ellos es Darío. Darío va siempre con un lamparón en la camisa. Es muy efusivo, da siempre los buenos días o las buenas tardes y da la mano con mucha fuerza. Darío es un hombre que siempre está pendiente del móvil. Tiene los teléfonos de un montón de gente. Si estás tomando algo con él y le llaman por teléfono, ya no te hace ni caso. La madre de Darío le llama muchas veces al móvil. Es una relación de amor-odio. Darío empieza: "sí gordita, sí gordi. Ya iré luego a verte. Sí gordi". Y se la quita de en medio hasta que vuelve a llamar. Y, entonces, otra vez lo de gordi. Tiene tantos amigos Darío que a veces queda con dos o tres una misma mañana o una misma tarde. Darío vive de alquiler con Petra, la peruana y a veces, se acerca a comer a casa de su madre. Tiene dos hogares y dos coches que usa según quiera su madre o no. Darío es muy católico. El catolicismo le permite tener muchos amigos católicos como él. Yo conocía a Darío de antes.
Petra es peruana. La conocí a través de Darío pues vivían de alquiler los dos en casa de otra sudamericana. Petra es informática. Petra ha estado medio año hablándonos de su padre y de su hermano que se quedaron allí en Lima. Petra es inteligente. Tiene primos diseminados por toda la comunidad de Madrid. Cuando ya se atrevió a hablar de sí misma, habló de que el marido del que se divorció era ludópata. Para hablar de esto se tiró medio año. Petra es muy celosa de su propia historia. Petra atrajo la atención de Víctor, que estuvo porfiando con Petra a ver si se la llevaba a la cama. A Víctor yo ya le conocía, como a Darío. No me gustan ninguno de los dos.
Mi exnovia lleva mucho tiempo que, cuando me ve, no saluda, no dice buenos días o buenas tardes sino que me salta enseguida: "voy al gimnasio" o "estoy hablando con Gonzalo". Y no saluda y me desprecia. Hasta que el otro día, va y me dice: "pareces el cobrador del frac" al acercarme a ella. Pues ya no me lo volverá a decir.
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