Estando en agosto en Majadahonda, se te puede poner cara de pringado por no ir a la playa o de vacaciones a algún otro sitio. A mi hermano, no se le pone esa cara. A Paco le es indiferente no formar parte de esa masa que se apiña en la costa estos días. A mí si me queda ese escozor de quedarme en el centro de la península y no huir de él a algún sitio de todo el relieve marino de España. Pero me aguanto y disfruto de lo que puedo. Por ejemplo, ayer hubo una tarde de temperatura primaveral que aproveché para pasear. No sirve darle vueltas a un tema que ya venía anunciado: en este mes, todo el mundo de posibles, se las pira.
Cosa hallada no es hurtada.
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