En la carnicería había un carnicero guasón que decía que si íbamos en septiembre al pueblo, más que otra cosa nos tendrían que matar a palos los del pueblo. Qué gracioso. Luego se ha metido con los suramericanos. Que vienen del tercer mundo, de aldeas perdidas. Bueno. Con no hacerle caso... Luego, hemos venido a casa a guardar los productos cárnicos. Se amontona agosto y ya llega septiembre. A ver qué hago este mes que viene. Estoy un tanto desencantado con todo, incluso con este blog que sirve de poco para la tristeza. Yo escribo y escribo y la tristeza no se me va. Ay de aquellos que reniegan de los que padecemos una enfermedad mental. La tenían que tener ellos a ver cómo opinaban luego.
No es fácil vivir
si algo poderoso te lo impide.
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