Los que viven felices no reconocen sus errores, pues reconocerlos sería desagraviar al prójimo al que se ha hecho daño. Van fastidiando la vida a los demás cometiendo delitos contra ellos y, cuando se les recuerda lo que hicieron dicen: ah, eso. Y siguen a lo suyo. Lo suyo puede ser robar, incordiar, obligar a alguien a hacer algo contra su voluntad, etc. Son lo que se llaman, modernamente, narcisistas o psicópatas, pero ellos, a lo suyo, a joder al prójimo como si el prójimo fuera un títere. Son tan soberbios que solo creen que existen ellos, que los demás son una especie de muñecos con los que jugar y divertirse. Pero les sale la jugada mal al final porque serán menospreciados a la larga por todo el mundo que conoce sus fechorías, que ha sufrido su desdén arbitrario y soberbio. En fin. Todos los queremos lejos a esta legión de gente que afea la vida, que daña el paisaje con su sola presencia.
-Parece una mosquita muerta esa que viene por ahí.
-No la conoces.