Mi madre era muy buena persona. Se reía mucho. Muchas cosas le causaban risa. Se sabía muchos refranes antiguos. Ella se sabía el de la gallinita con su pepita, que yo leí en "La celestina", así que ya ves. Ese libro es del siglo XV. Yo charlaba con mi madre de la familia. Mi madre no entraba nunca en culpar a nadie de nada. La verdad es que nadie tiene la culpa de nada. Es lo que le ha sucedido a cada uno lo que tiene la culpa. Es lo que decía mi madre. "Nunca falta al ahorrador que ahorrar y al gastador que gastar", decía mi madre. Mi madre contaba muchas cosas del pueblo. Estaba ceñida al pueblo aunque se vino a vivir a Majadahonda. Contaba cosas de gente que ya murió hacía tiempo y las repetía como para hacerse una idea de la vida que llevaba ella. Era su soporte, las cosas antiguas, como para mi padre. Iba cantando e iba perdiendo los haces, decía mi madre. Mi madre nos quería ver juntos y hacía la comida los domingos. Mi madre era muy buena, muy buena persona.
Había un concurso antes de ir a la universidad
y mi madre y yo reíamos y charlábamos los dos.
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