Lo corporal lo vemos, lo tocamos, lo oímos todos los días. Es carne y lágrimas y sangre y sudor lo que exhala el cuerpo. Todo lo del cuerpo lo sabemos. No hace falta que nos lo explique nadie. Si estamos sudados, nos duchamos. Si tenemos hambre, otra señal del cuerpo, comemos. Con la sed pasa lo mismo. Pero ¿qué pasa con lo espiritual?, ¿cuándo sentimos algo espiritual? Un padre por su hijo puede sentir algo espiritual, que va más allá de satisfacer a ese hijo las necesidades de su cuerpo. Un hermano con otro hermano puede sentir amor hacia él, desear que esté contento. Y la felicidad no tiene que ver con el cuerpo sino con lo espiritual. Todos deseamos estar espiritualmente satisfechos, no solo que nos cubran las necesidades del cuerpo. Tomar un café con alguien afín a nosotros puede ser algo espiritual. De hecho, todos sabemos de esas cosas espirituales que necesitamos los humanos aparte del cuerpo.
Está claro que no solo somos cuerpo.
Que hay algo más, aunque no tiene por qué tener un rasgo religioso.
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