Dicen que eran dos y ven algo en el suelo y uno de ellos dice: es un pastel de chocolate. Y dice el otro: es una mierda. Y va uno y lo prueba y dice: es mierda. Menos mal que no la hemos pisado. Y así pasa con la política, que, encima hay que dar gracias y estar contento. Pero digo yo que para qué existe la política. Unos líos tremendos de pactos, de acuerdos, de votos, de chantajes, de nacionalismos, de delirios de poder, de golpes de estado, de promesas vanas, de orgullos personales, de apuntarse méritos que solo los tenemos los ciudadanos, de gentecilla de medio pelo a la que se le ocurren ideas absurdas, hacedores de leyes que dificultan la vida diaria del ciudadano, de gente que se relame cuando sube impuestos, de corruptos, de psicópatas, de gente que vive de una fecha, de gente que sueña con votos, de partidos que son sectas, etc, etc, etc.
La política:
ese asidero del inútil, del enredador, del trepa.
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