No me concentro en nada que no sea lo que ha pasado esta mañana. Suele pasar que te encuentres sorprendido por unas escenas en las que no puedes hacer nada y solo queda esperar. Pero luego yo creo que no es muy grave la cosa. Sin embargo, no tengo en la mente más que esas escenas con mi padre sangrando por la nariz. Todo ha sido muy confuso hasta que he apretado el botón rojo de teleasistencia. Me han llamado unas tres veces para decirme que vendrían pero han pasado dos horas. Hasta las doce no ha venido la médica. Es cosa de subir una pastilla. Ya ves.
Esperar y esperar cansa.
Cuando llega la ayuda se alivia un poco el corazón.
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