La mañana va callada. Solo despego los labios para decir adiós a seres que bordean un círculo pequeño. Es difícil andar como es difícil pensar en canciones huidizas que no se manifiestan. Otra vez lo mismo. La separación de un cuerpo por unas monedas. La lejanía de los seres enamorados del dinero. La pobreza moral de los que no ofrecen más que la soberbia por respuesta. Y un amigo hoy en día no surge fácilmente, no sale de entre las piedras, no acompaña el diario ir y venir de mis pasos. Los libros que ya escribí no dicen nada de esta soledad, de esta pringosa esfera hecha de minutos hartos de señalar el día. Los habrá peor, qué duda cabe y lo que debería hacer yo es agradecer este instante. Este instante de rosas abatidas.
Andar el mismo camino
sin acompañantes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario