Estoy pobrísimo de llamadas y de amigos cuando llama hoy una amiga de Segovia. Recuerdo una vez que viví la crisis de mi hermano que fue ella con la que pude contar para, precisamente, contar lo que me estaba pasando con mi hermano. Esta amiga ha vivido vicisitudes nuevas en su vida pero no se ha olvidado de mí. Hemos hablado de su hija, de sus familiares y del pueblo. En el pueblo ya casi nadie se acuerda de ella. Pasa lo mismo con mi hermano y conmigo. Si dejas de estar presente entre los del pueblo, te olvidan, cosa que es natural. Me acuerdo cuando íbamos a la piscina juntos antes. Me acuerdo cuando bajábamos a su casa a charlar. Todo cambia. En esta vida todo cambia. Es de agradecer que se acuerden de uno. No todos lo hacen.
Los familiares han de ser amigos.
No basta solo con ser familiares.
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