sábado, 18 de enero de 2025

 Me siento como si tuviera que ir a la playa o a la montaña. Ninguna licencia poética me permite soñar con kilómetros de lejanía. Y la carretera está ahí. Yo solo no tendría que contar a nadie adónde voy. Pero estoy atado y bien atado a este suelo maldito, a estas baldosas grises que me rodean como sierpes traicioneras. Nadie me vendrá a buscar estos días de sol en enero, de calles medio vacías como los bolsillos de los derrochadores del mes pasado. Hubo una poeta que no salió de casa en su vida, al igual que un filósofo transcendental, al igual que ese hombre que tecleaba su máquina de escribir como un obsesionado por las letras. Todo va pasando. Todo se circunscribe a un puñado de sal cogido por casualidad. Todo es esto.

Muchas flores saldrán dentro de unos dos meses.

Y allí estaremos porque también muchos párrafos surgirán.

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