Cada vez que voy a Madrid y contemplo Moncloa, no sé por qué, me pongo a pensar en una novelista que se llama Soledad Puértolas. Es singular esta novelista porque empieza con un tema y termina con otro muy diferente, como si no supiera planear bien las narraciones que aborda en sus libros. Puede empezar una historia con el motivo de un abrigo viejo y terminar contando lo que sucedía en una pensión. No recuerdo el título de sus novelas pero debo de haberme leído como unas cuatro de ella y siempre espero el giro literario que las da, el cambio de rumbo que va, a lo mejor, de la vida de una universitaria a contar las penalidades de una viuda. Es todo, para mí, muy divertido, pues quizás en mis historias también hago algo parecido y también me divierto haciéndolo. He leído en Wikipedia que esta mujer estuvo en EEUU, pero nunca cuenta cosas de ese país sino de las pequeñas vidas que pululan por Madrid.
Los novelistas nos entretienen.
¿No es la vida un puro entretenimiento?
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