A las cuatro de la madrugada, mi hermano dejó de dormir. Pasamos la mañana como pudimos hasta que, a las 9, llamó el sobrino. Mi hermano y yo ya estábamos vestidos. Salimos a la calle, montamos en el coche del sobrino y fuimos al hospital. Yo estuve dos horas en urgencias y enfrente de un psiquiatra hasta que se produjo el ingreso de mi hermano. Al fin descansé y le agradezco a mi sobrino que hiciera ese favor por mí y por mi hermano. Yo le había llamado el día de antes muy confuso por todo lo que estaba pasando. Y él me ayudó. La sangre diferenciada de los hechos, un cable, una mano amiga, una ayuda. Gracias, Alberto.
No es lo mismo este es mi hermano
que este me ayudó.
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