lunes, 13 de enero de 2025

Aquí ya he contado eso de que un hombre, a mediados de agosto, sale con la sola compaña de un vaso de vino, al atardecer, a la terracita de un piso de 12 alturas y su piel va absorbiendo la brisilla marina que viene desde unos cientos de metros nada más, de allí, del mar, ese mar mediterráneo que fluye por dentro y por fuera, que da y que recibe del ser humano, que quiere vivir como queremos vivir todos nosotros. Y da un sorbo al vino blanco y está en la gloria. Hoy quiero contar que he sido feliz una vez en la vida, pero tú no lo sepas, mi alma, pero tú no lo sepas. No sé si era rubia o morena. Solo sé que corría un viento feliz y sabroso y amigo, pero tú no lo sepas. Cuando todo acabe, cuando las cosas se pongan bien, gritaremos de alegría por quitarnos tanta mierda de encima. Yo solo sé que no llueve. Ni una gota cae del cielo.

Había una vez un gobierno perverso.

Pero terminó cayendo.

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