Las marionetas hacían su función. Una vieja chillaba mucho a una joven marioneta inexperta en el amor. Un arlequín buscaba la forma de enriquecerse a costa del ricachón. Clementina lloraba de amor y Pierrot trataba de calmarla aunque no estaba enamorado de ella. Todo era un lío amoroso muy grande. En el tercer acto, la joven marioneta sufre una depresión porque no entiende el mundo. Pierrot llama a la marioneta psiquiatra, que receta unas pastillas y sale por el foro. La función va a terminar con la vieja casándose con arlequín. El teatro de marionetas tiene una voz prestada y artificial pero dice cosas interesantes. Ojalá hubiera hecho yo teatro de marionetas en los institutos. Me habría gustado mucho. En su lugar, los alumnos interpretaron "El maestro atribulado", basado en un cuento de Don Juan Manuel. La vida pasa pronto y el olvido de los besos llega. Y el de los muertos. Y el de un tiempo pasado. Y el de las flores de la última primavera. Y el de los amores. Y llega una tabla rasa que hace olvidar también lo que somos.
Tanto tiempo vivido entre tú y yo, tanto desequilibrio.
Para acabar igual, tú y yo en la cordura.
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