Llamaba a su amiga. Unas veces estaba a punto de irse a la compra. Otras veces estaba estudiando. Siempre estaba ocupada. Un día llamó ella. Él le dijo que estaba ocupado leyendo un libro. Pero ella insistió y él insistió más. No iría con ella a ningún lado. Luego se arrepintió pero no la llamó. La tarde pasó lenta, se dio un paseo largo, hacia el monte lleno de pinos y allí se sintió libre, animado, exquisito. Cuando volvió vio un wasap en el móvil que no había oído. Era ella otra vez. Pero no contestó. Siguió con el libro. El libro cayó en su última página. La historia estaba muy bien escrita. Es mejor un libro que una amiga que no responde, concluyó.
Si no te hacen caso,
no hagas caso tú tampoco.
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