Yo iba en metro a darme un paseo por el Retiro y entonces vi que había una chica en el vagón leyendo Moby Dick. Iba de pie. Yo le cedí mi asiento para que leyera más a gusto. Y ella se sentó y dio las gracias. Todo el vagón nadaba en su móvil con los ojos. Yo me fijé en un tipo con muchos piercings en las orejas y las narices, pintada la cara de tatuajes y una mirada fiera. Luego me fijé en otra chica delicada y con especto de tímida que me recordó a una prima de mi pueblo. Y más tarde, me fijé en un señor adusto y con aspecto de cansado que salió del vagón una estación anterior a Retiro. Y no me fijé en más.
Fíjate en la gente.
Te fijarás en ti mismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario