Una vez que he bebido agua y fumado un cigarrillo, sigo. Las montañas no lucían su manto blanco. Los manantiales del sur no abundaban en agua. Los animales ya no sabían cuando era primavera. Los dulces chopos que veo por la ventana están racionados, estresados, de la sequedad hartos. Qué pasará en el cielo que no llueve. Qué pasará en los campos, en las ciudades que todo es ceniciento, que la arena ha hecho un color ocre agrio para siempre. Yo camino y camino con el sol en alto, un sol que ya fastidia con su omnipresencia estéril. Los tiempos en que estamos no dan más que para ayudar al planeta, este planeta azul como los ojos de las damiselas más ardientes del burdel.
La ciudad está hecha para el orgullo de los ricos.
Los hoteles se llenan de gente poderosa.
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