miércoles, 8 de enero de 2025

 Tengo yo un relato (no es novela, es más corto) en el que un ciclista va a su pueblo que dejó hacía ya mucho tiempo, coge la bici y sale a pedalear a otros pueblos. En un pueblo de esos, se hace amigo de un hombre escritor que huye de la fama en ese pueblo, vistiendo como le da la gana y emborrachándose de vez en cuando. El ciclista lee sus libros y le parecen un rollo, pero no se lo dice, sino que le acompaña en sus borracheras y bailes en las verbenas del pueblo. La primavera y el invierno corren por sus venas de ciclista, sube pequeños tramos cuesta arriba y baja las lomas hasta el río. Con la excusa del ciclismo huye de su mujer y sus hijos que son un coñazo. De su mujer que es una antojadiza y de sus hijos que no paran de pedir. Come un plátano en un puente y come un bollo en algún pueblo de los que recorre. La vida es feliz para este hombre que es dueño de una fábrica de harina que marcha muy bien.

Todos los lunes parecen algo.

Y así va la semana pareciendo algo.

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