Los buenos escritores echan mucho culo y lo tienen pelado de tantas horas estar sentados frente al folio, esté este en blanco o emborronado. Los buenos escritores no tienen amo, van por libre y ganan los premios como el Planeta y otros y ya van tirando. Los buenos escritores viajan mucho y dan largos paseos por Venecia y Turín y Londres y Salzburgo y algún pueblo perdido y van observando escenarios donde poner su crimen o a una mujer infiel o al loco o al mendigo o al monstruo. Y ya te digo, después de pasear y pasear narices, oídos y ojos por muchos sitios van dando forma a un lugar en sus escritos que huele distinto, que sabe distinto y que luce distinto a lo que ven todos los días. O se dan muchos paseos por todos los sitios o se clausuran en una hemeroteca y van leyendo de estos o de aquellos y lo apuntan todo y luego, hacen su novela. Los poetas no. Los poetas se meten en casa y hacen un viaje interior por sus sentimientos y de ahí sale la estrella infeliz que habita el cielo sin pretenderlo.
Novelistas y poetas: gente obnubilada
que persigue escenarios y la palabra sonora.
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