miércoles, 1 de enero de 2025

 La mañana trepa como una cucaña, como una colmena hacia su cénit, hacia su realización plena a mediodía. El sol, él solo, hiende el cielo con sus rayos beatíficos, ilumina el día, lo hace amable a la vista y a la piel humana. Todo es creación, todo es alborada mientras yo, bajo mis ropas, humillo la cabeza, maldigo mi suerte, agito en mi alma un dolor que atisbo un rato frente a la ventana: el primer día del año es muy tranquilo, no hay ruidos de coches ni de gentes, diríase la calle desierta de ciudadanos. Diríase la luz no acompañada, diríase el primer día del año 25 un poco raro. Hoy, como ayer, como todos los días, está el hombre enganchado a una quimera que no baja de la altura, que no se allana nunca, que se niega.

Los años rumorosos ya pasaron

dejando en mí el recuerdo de una canción alegre.

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