La lengua trabaja por la ley del mínimo esfuerzo, como tantas cosas en la vida. Así, es una necedad decir: los españoles y las españolas etc. Con decir los españoles todo el mundo se da cuenta de que hablamos de las españolas también. Menos los feministas. Y no digo "y las feministas" por la misma razón. Porque feministas somos todos, como Hacienda, que también somos todos y no digo "y todas" por la misma razón que aduje antes, la razón del mínimo esfuerzo. Es como si hicieras en la hormigonera dos tandas de cemento cuando con una tanda tienes. Y esto tan sencillo de comprobar y de ver en todos los terrenos de la vida diaria, pues en la lengua no se ve y así, hay que decir quizás, pájaros y pájaras y otras gilipolleces del estilo en ciertos ambientes igual de gilipollas. En fin, las leyes, estos días absurdos que vivimos, solo valen para hacer más difícil la vida del obrero (y no digo obrera), sacar dinero a todo el mundo y confundir a todo el mundo y no digo munda, que habrá algún tonto que lo diga.
Pájaro y pájara.
Qué bien y qué pronto, le dijo la tonta al tonto.
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